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Copio de Wikipedia:
"Alberto Szpunberg nació en 1940 en Buenos Aires, Argentina. Obtiene su licenciatura en Letras. En 1973 se desempeñó como director de la carrera de Lenguas y Literaturas Clásicas y profesor de Literatura argentina y Medios de comunicación y literatura en la Universidad de Buenos Aires. Como periodista fue redactor del diario La Opinión de Buenos Aires del cual fue director del suplemento cultural de 1975 a 1976, año del golpe de estado en la Argentina que le obliga en 1977 a exiliarse en Barcelona. Desde 2001 ha sido profesor de Literatura y Política en la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo.
Participó en varias antologías de su país y del extranjero: Los Nuevos (1968) y Poesía social del siglo XX (Centro Editor de América Latina, 1971). Ganó en Francia el Premio Internacional de Poesía Antonio Machado 1993/94 por Luces que a lo lejos. La singularidad de su obra está dada por el amplio dominio del lenguaje poético que trasunta un tono lírico coloquial y también discursivo. La palabra directa, combativa, justa y solidaria, transmite con verdadera energía poética y sin desbordes emocionales, las luchas e injusticias, testimonio lúcido de situaciones históricas concretas."de Parque Chas: "estamos haciendo historia" |
Algunas consideraciones sobre la poesía de Luis Luchi.
Contexto
Para ubicarnos en tiempo y espacio, digamos primero que Luis Yanischevsky, hijo de inmigrantes rusos, nació en Buenos Aires, en Villa Crespo, el 11 de octubre de 1921. A los cinco o seis años de edad se mudó con su familia a Parque Chas y ése fue su barrio.
En esos tiempos, Parque Chas era geográficamente un potrero con unas pocas casas dispersas y, étnicamente, un crisol de razas: rusos, polacos, italianos, españoles, turcos, alemanes y, por supuesto, criollos, compartían los mismos límites.
Luchi fue creciendo junto con el barrio, conviviendo con las
distintas lenguas y costumbres (poema "Che, turco"), quizás influido por su propia familia, militó activamente en el Partido Comunista y fue evolucionando hacia el anarquismo (les diré / tratando de no hacer mal a nadie / préstenme las obras de Kropotkin / que tengo ganas de leer).
Trabajó como obrero gráfico en editorial Atlántida, como vendedor viajante de libros para las editoriales Signo, del
PC, y Raigal, de la UCRI, hasta que se convenció de que el mundo del ocio era más gratificante y decididamente menos alienante que el del negocio y a partir de esa evidencia se dedicó de lleno a la poesía.
Tanto por elección como por convicción, se mantuvo siempre al margen de la cultura oficial. Esta "marginalidad" lo apartó de las academias, los claustros universitarios y los suplementos literarios de los principales diarios del país.
Lo acercó, en cambio, a grupos literarios más populares, que optaban por los cafés como punto de reunión y los clubes de barrio o entidades similares como lugares de acción. En los años '60 participó activamente en El Matadero, grupo de cuentistas cuyo nombre rendía homenaje al relato de Esteban Echeverría, considerado el primer cuento argentino.
El grupo se reunía en el café El Estaño, de Talcahuano y Corrientes, al que habían renombrado "El Gardelito" y estaba integrado por Guillermo Cantore, Blas Raúl Gallo, Nenina Caro, Mario Lesing, Arminda Ralesky y Lubranolas, entre otros.
El Matadero se proponía publicar a jóvenes que escribieran con sentido popular y, para tal fin, crear una editorial con selección oral y pública de cuentos. Nuevo Teatro les prestó varias veces la sala donde integrantes del grupo leían sus relatos y el público, convertido en una especie de asamblea,
definía la publicación con su aprobación o su rechazo.
"El brasilerito", único cuento publicado por Luchi, apareció en la antología Cuentistas argentinos contemporáneos, editada por El Matadero en 1961.
Entre paréntesis: como un saludo a sus compañeros narradores, los libros Resumen del futuro y Mishiadura en las dos ciudades , publicados en Barcelona en 1984 y 1993, respectivamente, fueron editados por Ediciones del Escorxador, palabra ésta que en catalán significa "matadero", aunque el homenaje se limitó sólo al nombre, ya que el espíritu de participación y polémica se había perdido.
Volviendo a los '60, merecen por lo menos ser mencionados los interminables asados en la casa de Enrique Wernicke, en Olivos, donde se juntaban poetas y escritores, generalmente los sábados y hasta bien entrado el domingo, para hacer honor a la literatura y el vino.
A fines de los '60 y en los 70, junto con el poeta Roberto Santoro, el músico Eduardo Rovira y el artista plástico Pedro Gaeta, formó el grupo Gente de Buenos Aires.
Además de una gran amistad, compartían el sentido social
y la necesidad de realizar actividades culturales como parte de la revolución que llevaban adelante.
Buscando la mayor participación posible y con la idea de integrar a los artistas con el público y a las artes entre sí, Gente de Buenos Aires decidió que los clubes de barrio, las sociedades de fomento y las escuelas eran los escenarios ideales para desarrollar su propuesta.
El grupo realizó también una actividad editorial intensa y, gracias a ella, la voz de Luchi quedó registrada en el disco simple Tango de música a lo lejos y su letra impresa en los libros Los rostros, Poemas (1946-1955) y La pasión sin Mateo.
Por otra parte, en varios de los libros de Luchi, participan
artistas plásticos: El ocio creador está ilustrado por Miguel
Dávila; La vida en serio y Los rostros, por Pedro Gaeta; Mishiadura en las dos ciudades por argentinos y catalanes:
Joan Alonso, Raúl Capitani, Héctor Cattolica, Roberto Duarte, Pedro Gaeta, René Langlois, Marie Ange Margall, Miguel Ratto "Kinoto", Luis Suvervil y Carlos Terribili; Contestarse a sí mismo en el canto, por Oscar Grillo; Poemas y Pinturas por Miguel Ratto "Kinoto".
Para seguir en esta línea de participación e integración, en Amores y poemas en Parque Chas colaboran tres plásticos, los tres de Parque Chas -por nacimiento o por adopción-: Pedro Gaeta, Hugo Griffoi y Juan Carlos Ferrero.
Precisiones más, precisiones menos, hay que ubicarlo en
la vertiente políticamente más comprometida de la
generación poética del '60.
Más allá del partido o facción donde cada uno estuviera o militara, todos creían, Luchi el primero, en la revolución social. y si bien él era mayor que los muchachos de dicha generación, empieza a publicar en aquellos años. Hay, por otra parte, temas comunes: la ciudad, el barrio, el tango, las luchas sociales, la admiración por César Vallejo y Vladimir Maiacovski. El estilo coloquial es otra característica compartida.
Texto
Decir que el estilo de Luchi es coloquial es decir muy poco si no se hacen algunas salvedades. Es coloquial el estilo de Humberto Costantini, de Roberto Santoro, de Roberto Juarroz y de María Elena Walsh, para poner ejemplos de un lado y del otro. Es en el uso que hace del lenguaje donde su voz se diferencia dentro de la corriente coloquial y donde se nota la búsqueda -y el logro- de un estilo propio.
El coloquialismo se advierte, por ejemplo, en el uso del voseo, el imperativo y una sintaxis a veces descuidada. Pero hay muchos otros componentes que distinguen la voz de Luchi como personal y única.
Voz que, por otra parte, adopta distintos tonos: el tono admonitorio de "Instrucciones para el hospital Tornú", contrasta con el nostálgico de "Lugar donde se nació" o "Final de la casa" y/o con el jocoso de "Cerrado por duelo".
Los paralelismos, enumeraciones y acumulaciones abundan en su poesía. El divertido poema "Tercero en discordia", del libro La pasión sin Mateo (1976) es un in crescendo de insultos que terminan incluyendo al lector como árbitro.
En "Festejando el triunfo", de Resumen del futuro (1984), asume la voz colectiva al acumular frases hechas tomadas del acervo popular. Otro tanto ocurre en "El espiante (en gran forma)", de Vida de poeta (1966), aunque aquí la irónica enumeración de clisés termina con un sentencioso los grandes destinos / esperarán un poco más.
Su discurso poético se nutre de clisés, jergas, expresiones
populares y voces lunfardas. Luchi ha escrito algunos poemas lunfardos ("El cana Manopla"), pero además palabras lunfardas aparecen con frecuencia y naturalidad en sus versos.
Esto es un ingrediente de su coloquialismo pero además de la porteñidad que tiñe toda su poesía. Desde su primer libro, El obelisco y otros poemas ( 1959), se perfila como un poeta ciudadano, especialmente de la ciudad de Buenos Aires. La ciudad está presente como espacio fisico y también como espacio lingüístico. Luchi escribe -esto es obvio- en español "porteño".
El uso del voseo, el lunfardo, el mundo referencial de las comparaciones, el sentido del humor -muchas veces irónico y hasta sarcástico-, las sutilezas y, sobre todo, el modo de decir, remiten al español que hablamos en Buenos Aires.
Otro elemento destacable y que apunta en esta dirección es la intertextualidad: sus versos se cruzan a menudo con citas de letras de tango (disminuyendo víctimas de helicópteros / masacres, soledades, lunas / y más allá la inundación) o de algún otro poeta.
Pero también el cruce se produce con expresiones del habla popular, que se mezclan entre sus versos y funcionan como propias: la viuda es hija del barrio / su primogénita ligera de cascos arrepentida. Con los refranes ocurre lo mismo: "Canto de pescadores", de Ave de paso (1973), está armado sobre la descomposición y recomposición de refranes relacionados con el río y la pesca ("a río revuelto, ganancia de pescadores", "el pez por la boca muere, " cuando el río suena...", etc.).
El sentido del humor y la ironía de Luis Luchi merecen ser resaltados, tanto en su vida como en su obra. En "Cerrado por duelo" sintetiza una situación que parece extraída de un monólogo de Niní Marshall. Pero sus humoradas alcanzan el clímax con El muerto que habla (48 penúltimos poemas) - Poemas cortos de genio (1970), dos libros en uno, invertidos.
Hay un humor más sutil, entre líneas, como cuando dedica "Belgrano mi general" al historiador Grosso chico, aludiendo al rematador Gerónimo Grosso, encargado de la venta de los lotes de Parque Chas y al ilustrador Fortuny, algunas de cuyas obras ilustran el Curso de historia nacional del sí historiador Alfredo B. Grosso.
Lejos de ser original, ya que estas experimentaciones discursivas las hacían los surrealistas a principios del siglo XX, Luchi aprovecha el espacio para desplazamientos de texto ("Algunos preguntaban si era poeta. . . " o "Todo a veinte, años después"), mezcla palabras con símbolos matemáticos y hasta incluye un pentagrama, como en " Háblenos de su pasado" , del libro Fuera del margen ( 1992) .
Pero el surrealismo se filtra por otro lado, como cuando en "Algunos preguntaban si era poeta. . . " de repente dice Levantaban la tapa del piano / y me dejaban pasar .
Luis Luchi reivindica las cosas más simples para la poesía: herramientas de trabajo o una gota de lluvia que cae sobre un paraguas pueden ser materia para sus poemas. En su poesía, sustantiva y directa, tienen cabida todos los temas, desde los más vulgares hasta los universales, como la amistad y el amor.
Hay poemas que son casi una instantánea de situaciones cotidianas ("Cerrado por duelo"), un cuadro de costumbres ("Belgrano mi general"; "Che, turco"). "Yo escribo para decir cosas que tienen que ver con un pensamiento y con una propuesta -dijo en una oportunidad-. No estoy con el artepurismo ni tengo nada que ver con la Torre de Marfil. Mi poesía se dirige al hombre. En este mundo poético donde todo, absolutamente todo, puede ser materia del poema, el
centro es el hombre y sus dichas y desdichas cotidianas".
Una de las maneras de captar los sufrimientos y alegrías
del hombre es mediante sus propias experiencias: el poeta
viaja, camina, recorre la ciudad, observa situaciones desde
la ventanilla del tren y después poetiza lo vivido.
Este motivo del homo viator, otra constante en la poesía de Luchi, puede verse en "Maneras de empezar una conversación", pero está más claramente expresado en "Caminando despacio", de El ocio creador (1960), por citar sólo dos ejemplos.
Son también producto de su poder de observación y de
su permeabilidad a todo lo humano, poemas como "Los
apellidos y las profesiones", de El obelisco y otros poemas, o "Los nombres y el amor", de Poemas cortos de genio (1970), estructurados sobre la sucesión onomástica y destacables por su humor e ironía.
Podemos citar asimismo "Admiración por los próceres", de ¡Gracias, Gutenberg! (1980), donde la acumulación de nombres de calles, cada una con la reflexión o comentario que desata en el poeta, muestra que la ironía como rasgo de estilo es una de las formas de su espíritu contestatario.
En éste, su último libro, Luis Luchi vuelve al barrio. Es exagerado hablar del "periplo del héroe" pero hay, sí, un círculo que se cierra. El tono de Amores y poemas en Parque Chas. está mucho más emparentado con el de El obelisco y otros poemas que con el de Jardín zoológico (1995) o Poemas y Pinturas ( 1999) .
El barrio está plasmado en escenas ("Cerrado por duelo", "Relaciones de la familia Chas con mi familia y la de los vecinos", "Che, turco", "Once pepinos fóbal club") o en pormenores como los nombres de las calles o la inundación que las lluvias producen en la calle Pampa.
No hay, nunca las hubo, descripciones de Parque Chas, quizá porque importan más la escena y los actores que el escenario.
A lo mejor también por este motivo, en algunos poemas escritos en España, Buenos Aires y Barcelona se encuentran en pequeños detalles (el nombre de una calle, una línea de colectivo, un parque...). Por último, el Parque Chas de Luchi es el de su niñez y adolescencia, el del recuerdo. ¿Paraíso perdido? Su manera de afirmar de aquí soy, aquí me quedo.
El señor Chas y el señor Grosso Pedro Gaeta | El poeta en Parque Chas Pedro Gaeta |
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Primero, escuchen la voz de Luis Luchi, que lee el poema El Sena para mí. Después les cuento una pequeña historia.
Hay cuatro o cinco libros que recuerdo de mi niñez. Bah, de cuando me empezó a interesar la lectura y el libro como objeto.
Cuando yo tenía 9, 10 años, la biblioteca de mi tío alimentaba mi curiosidad. Y mi curiosidad se daba ya por los libros de poemas. Recuerdo una antigua edición de la Divina Comedia con unos dibujos alucinantes. También un par de Pablo Neruda (Canto general y Tercera residencia), uno de Roberto Juarroz (creo que era Séptima Poesía Vertical), los Antipoemas de Nicanor Parra y uno muy especial, que inicialmente me llamó la atención porque tenía dos tapas. Justamente, se trataba de dos libros en uno: El muerto que habla. 48 penúltimos poemas y Poemas cortos de genio (ed. Buenos Aires Leyendo, 1970).
Todavía tengo el ejemplar, porque años después le propuse a mi tío: o me lo regalás o te lo robo. Y creo que me lo regaló.
Lo que me fascinaba de ese hombre era la manera de escribir y los temas que trataba. Pasar de Neruda a Luchi era, en ese momento, como pasar de jugar en la cancha de River al potrero. Y en el potrero, claro, estaban los amigos. Desde entonces le tomé cariño a este hombre que yo hacía viejo, no sé por qué. Un tipo tan divertido que hacía poemas con humor y palabras cotidianas, que jugaba con la sintaxis y la puntuación, merecía ser mi abuelo, así que lo adopté.
Volví a él años después, convertido ya en, digamos, lector de poesía. En los últimos años 80 comencé a conseguir algunos de sus libros, que aparecían en las mesas de saldo cuando las librerías pudieron sacar del depósito aquellos libros que habían tenido que esconder. Luchi se había exiliado en el 76 en Barcelona.
Nació en Buenos Aires en 1921 (vivió y amó Parque Chas) y murió en Barcelona en 2000, días después de cumplir 79 años. Volvió varias veces al país, pero sólo de visita. Pude escucharlo leer sus poemas en un par de ocasiones. Publicó varios libros, en Argentina y en Barcelona, entre ellos, El obelisco y otros poemas (1959), El ocio creador, al que pertenece el poema que escucharon, 1960), Poemas de las calles transversales (1964), La pasión sin Mateo(1976), ¡Gracias, Gutenberg! (1980), Jardín Zoológico (1995), y el disco Antología por mí (reeditado en CD por Buenos Aires Oyendo).
Hay una muy buena antología editada por Ultimo Reino en 2003: Paseo por la capital de Luis Luchi, que tal vez se consiga.
Anarquista, irónico, caminador de la ciudad, exaltador del amor y la amistad, buen bebedor, Luchi es un personaje oculto con el que uno no puede hacer más que encariñarse.
El Sena para mí
Sé un poco para mí
Sena, que otros poetas te poseyeron.
Me encuentro tan lejos
para nadarte o andarte en bote.
Si tuviera montones de dinero
bien sabes que apoyaría en las barandas
de tu ruta encajonada
mi cabeza con penas.
Y diría, esto lo imaginaba,
aquello está en su lugar.
O pronto descubriría un recodo
que gocé y viví
y estaré en condiciones de prever:
ahora voy a ejecutar tal palabra,
tendré una aventura
imitaré la luna
o reconoceré que estoy soñando.
Lo más seguro es que estaré soñando.
Y cómo me gustaría, Sena, andar por tus orillas
en una ola sin reposo
de tus períodos de paz.
Presiento que las primaveras
me envolverán
y estarán inquietas cuando no me sienta feliz
y yo les explicaré,
nunca podría dejar de explicarles,
que no estoy triste por ellas,
que todo lo que pueda irme bien
aquí me ocurre.
Que a pesar de haber llegado
sin ser joven,
es posible que me miren y estimen
nada más
que porque escribo versos,
nada más que por eso.
Y puede ser que me decida,
por qué no,
a tirarme en tus aguas y morir.
Y contarán de mí,
eso espero,
un poeta,
argentino,
dejaré mis documentos en regla;
se hundió en el Sena porque lo quería
habiendo tantos ríos en el mundo
y en su país.
El Blog De trasnoches y melodías de La Nación lo firma Daniel Amiano. Pegamos el post para compartir sus comentarios y, sobre todo, el poema. Por suerte está la grabación del texto leído por Luchi para que podamos disfrutar de la cadencia que el propio poeta pone a sus versos, y emocionarnos, como siempre.